viernes, 23 de octubre de 2009

Un poco de historia

Hoy vamos a retroceder un poco en el tiempo, exactamente hasta el 4 de septiembre de 1683.
Por aquel entonces los turcos se la tenían jurada a Viena, así que para hacerse con el terreno y derrotar a todos los vieneses decidieron sitiar la ciudad. Llegó a las puertas de la ciudad un ejército de más de 100.000 turcos hambrientos de victoria, con la orden de no moverse de allí hasta que Viena fuera conquistada.


Duraba ya dos meses el sitio y los vieneses, como son así de chulitos, seguían con su vida normal de todos los días. Tan chulitos eran que llegó un momento en que los turcos se cabrearon. Y tanto se cabrearon que decidieron pasar a la acción, pero eso sí, con cuidado y disimulando. Comenzaron a planear el ataque a la capital, y tras mucho pensar se les ocurrió la idea de excavar unos túneles de acceso a la ciudad. La idea era que una vez terminados parte del ejército atacaría desde las mismas entrañas de Viena mientras que otras divisiones seguirían cercando la ciudad. Una ratonera, vamos.


El caso es que los turcos fueron muy cuidadosos, decidieron construír los túneles solo de noche, cuando la ciudad descansa, para evitar así que el enemigo se enterara de su estrategia. Pero no contaron con una cosa, y es que aún hoy en día en Viena no todo el mundo duerme por la noche. Hay un gremio muy consolidado en la ciudad, como es el de los panaderos, que se levanta a horas intempestivas para comenzar la jornada y tener así el pan listo a primeras horas de la mañana. Así ocurría también por aquel entonces, y precisamente fueron los panaderos los que avisaron al emperador de que por las noches escuchaban golpes y ruidos extraños debajo de sus pies.


Al recibir el aviso, el ejército vienés se puso en marcha y los turcos se vieron obligados a retroceder, abandonando así la estrategia del ataque subterráneo y continuando el asedio desde fuera. El por aquel entonces emperador de Austria, Leopoldo I, para agredecerles a los panaderos su ayuda, dicidió concederles una serie de privilegios, entre ellos el de poder llevar espada al cinto. Éstos, agradecidos, decidieron honrar al emperador con un bollo nuevo, único, especial... Se pusieron a fabricarlo sin más demora, y para cachondearse un poco de los turcos decidieron darle forma de luna.





Y así fue como en la Viena de 1683 (y no en Francia como muchos piensan) nació el primer cruasán. No tenían ni idea los panaderos de que su invento perdudaría a lo largo de los siglos y estaría presente en prácticamente todas las panaderías del planeta. Claro que por aquel entonces se llamaría kruasannen o algo así.



Esto es todo por hoy, y me despido hasta el lunes/martes que viene, porque como aquí el lunes es fiesta nacional, este fin de semana nos hemos organizado un viaje a...-ver encuesta-.

4 comentarios:

  1. O_o no! el croissant es austriaco!? Quién lo diría... muy interesante la historia, y qué cachondos los panaderos no? en forma de luna jajajaja

    ResponderEliminar
  2. jajaja!!!que buena la historia, si señor!!mira tu...oye pos yo busque...y ponia que el croissant era originario de francia!ainsh....en fin...que os la paseis bien este finde en...jaja

    ResponderEliminar
  3. la encueste no tiene dificultad, ya lo pusiste en tu facebook, u sea, no la pifiare.......

    ResponderEliminar
  4. Ya me amolaste, tía. ¡Mira que me gustan los croissants, pero van a atragantárseme sabiendo, por tu culpa, que los inventaron esos malditos nazis!

    ResponderEliminar

Una cosa te voi dicir: