Me he dado cuenta de que últimamente os cuento muchas chorraditas pero pocas cosas de Viena en sí, así que os voy a hablar de la catedral de Viena.
Se trata de un edificio muy mono, que según la güiquipedia pertenece al románico tardío, si bien cuenta con numerosas ampliaciones barrocas. De todas maneras, como supongo que no esperaréis encontrar en esta entrada una clase de arte/historia, voy a pasar de hacerme la interesante y directamente os voy a contar lo que le cuento a todas las visitas: la leyenda de la catedral.
Comenzó a construirse en 1450, pero en el año 1511 el maestro de obras Hans Puchsbaum aún seguía dale que te pego poniendo unas piedras sobre otras. Cuentan las lenguas sabias que por aquel entonces Hans estaba muy enamorado de una tal María, hija de un respetado empresario de la ciudad. No se sabe si el amor era correspondido, pero lo que sí está claro es que al papá de María no le hacía ninguna gracia que su pequeña acabara con el tal Hans, que a fin de cuentas no era más que un simple albañil (de catedrales, sí, pero albañil).
Hans ya lo había intentado todo, pero no había manera, el padre de María no le daba su consentimiento. Y tan desesperado estaba el pobre que decidió hacer un pacto con el diablo, así, como quien no quiere la cosa. ¿Y cual fue el trato? Pues resulta que como María era un nombre santo, lo que le dijo el diablo al pringado de Hans fue: “Mira, si eres capaz de terminar la segunda (y última) torre de la catedral sin pronunciar el nombre de María, yo me encargaré de que acabéis juntos. Eso sí, atente a las consecuencias en caso de romper el trato”.
Estando así las cosas siguió Hans construyendo la torre evitando ver a su amada, ya que era tal el amor que por ella sentía que le resultaba casi imposible no pronunciar su nombre si la tenía delante. Pero una tarde de verano, se encontraba el currante en la torre cuando a María no se le ocurrió otra cosa que pasear por la zona de la catedral. En cuanto la vio, después de tanto tiempo, Hans no pudo contenerse y rompiendo el pacto la llamó: “Maríaaa”. En ese momento, casualidades de la vida, algo o alguien hizo que Hans perdiera el equilibrio y se precipitara al vacío.
Sin maestro de obras no se pudo terminar la construcción de la segunda torre, y por eso ahora la catedral de Viena tiene dos torres exactamente iguales pero una es la mitad de la otra. Leyendas aparte, parece ser que la realidad es que conforme la iban construyendo la catedral se salió de presupuesto y no había dinero suficiente para terminar la segunda torre. Así que los vieneses que mandaban por aquel entonces decidieron dejarla a medias y de paso inventarse esta historieta para tener entretenidos a los turistas.
pero q agarrados son los austríacos!!!!!!
ResponderEliminarQ tal está la enfermita?
Tomat esa sopa milagrosa vegeta o sino acude a la doctora paqui q seguro te cuida todos los males :)
Bicos!
ahora a tener resaca se le llama estar enfermo...... la verdad la verdad, impresentable
ResponderEliminarEstá claro....no dejes que la realidad te estropee una buena historia. Venga, que te cures pronto...que ya te queda menos para venir a casita.
ResponderEliminarSi es que mola más la historieta que la realidad!
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