... viene la calma. Cierto es. Después de unas tres tormentas con sus respectivos chaparrones a eso de las siete y media la cosa se calmó un poco. Así que aprovechando que era día de domingueros y que últimamente es raro encontrar un momento sin lluvia me fui a ver la puesta de sol desde el Danubio. Salí con la bici de la resi y en tan sólo 57 segundos (cronometrados) ya estaba en la orilla del río.
Lo primero que vi tengo que decir que puede ser lo más domingueril/friki que he visto en la vida: un barco-comedor-restaurante. Aún no sé muy bien como funcionaba la cosa, pero el hecho es que en ese barco de madera que se ve en la foto había unas 15 personas dándose un banquete de los buenos...sí...a las 8 de la tarde...después de una tormenta...en medio del Danubio.
Tras sacarles un par de fotos con el zoom de mi cámara al máximo (se hace lo que se puede) seguí mi camino y al poco me encontré con esta bonita vista...
Si es que hay quien dice que vivimos en el extrarradio pero no hay duda de que cuando no llueve (cosa rara últimamente) eso se convierte en una ventaja. De hecho, para que conozcáis mejor donde nos encontramos exactamente os muestro la siguiente foto, en la que he señalado nuestra resi. Mola eh?
Pues nada, después de sacar las fotos de rigor dejé que fuera mi Mustang la que decidiera a donde llevarme, y la verdad es que se portó bien. Como se puede ver en la foto cada día está más lustrosa, no como la de Peibol que ya tuvo su primer achaque hace un par de días al pinchársele una rueda. Menos mal que a mi Musti no le pasan esas cosas.
Cuando se puso el sol ya no servía la excusa de sacar fotos y tocó volver a la resi, donde me esperaban los frikis de mis vecinos, que cuando les dije que se asomaran a la ventana para sacar una foto se emocionaron al descubrir que podían verse los jetos por fuera de la ventana. Coitadiños...
Esto es todo por hoy. Feliz semana.